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Entrevista: Una crisis de la centroderecha en América Latina

Pedro Abramovay
Pedro Abramovay. Paul Tait para Open Society Foundations

El panorama político en América Latina está experimentando cambios significativos, con la reciente victoria de Gabriel Boric en las elecciones presidenciales de Chile y los reveses del partido peronista de Alberto Fernández en las elecciones intermedias en Argentina. Pedro Abramovay, director del Programa América Latina y director regional para América Latina y el Caribe de Open Society Foundations, habló con el periodista brasileño Afonso Benites sobre el impacto de esas elecciones, la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua y la menguante influencia del presidente brasileño Jair Bolsonaro en debates globales.

Las elecciones de 2021 están comenzando a cambiar el mapa político en Argentina, Honduras y Chile, mientras vemos crecientes tensiones en Nicaragua. ¿Cómo valora usted el resultado de esas carreras?

Los contextos son bastante diferentes. En Nicaragua, estamos viendo un desmantelamiento de la democracia. Ya ni siquiera se puede llamar democracia. Se ataca a la prensa, se encarcela a los opositores, se manipulan las instituciones electorales. Lo que estamos viendo en Chile, en Brasil, y probablemente veremos en las elecciones de Colombia en 2022 es que la posición de un país sobre Nicaragua pasará a formar parte de la agenda electoral en América Latina. La izquierda necesita tomar una postura más firme y condenar lo que está sucediendo allí. Una izquierda democrática no puede perder el tiempo defendiendo dictaduras.

¿Y Chile y Argentina?

La mayoría de los análisis miran solo a la izquierda en Chile y Argentina. Una derrota del Gobierno argentino, una elección sorprendente en la primera vuelta de Chile después de la Asamblea Constituyente con la amplia victoria de las fuerzas progresistas. Es un análisis común decir que la izquierda se encuentra en una encrucijada. Pero al final, la verdadera crisis de hoy está en la centroderecha. Quien se queda sin espacio electoral en América Latina es la centroderecha. Hemos visto surgir una extrema derecha con tanta fuerza que desplaza el debate, que hace que la izquierda se reorganice.

¿La centroderecha está cada vez más debilitada?

El ascenso de la extrema derecha en América Latina ha puesto en jaque a la centroderecha. Incluso en el caso de las personas de centroderecha que ganaron las elecciones, como en Ecuador, hay una radicalización. El presidente declaró el estado de defensa. Es equivocado decir que existe una polarización entre la extrema izquierda y la extrema derecha. En Chile, claramente no es una izquierda radical, es una izquierda renovada. A la derecha, sí, hay un claro cambio, con una radicalización. El cálculo de la centroderecha debe ser: ¿es el compromiso con la democracia o con la derrota de la izquierda?

¿Qué representa la victoria de Gabriel Boric para la presidencia en Chile?

Chile nos da una lección democrática. Es una victoria diferente a las demás de la izquierda a principios de la década de 2000. Desde 2011, en Chile hay movimientos que decidieron cambiar la sociedad por medio de la política y no la antipolítica. Es algo similar a lo que sucedió durante la Guerra Fría, cuando la izquierda llegó al poder por canales democráticos, pero luego fue derrocada en un golpe de estado.

Boric es una persona nueva. ¿Cuánto pesa eso en su mandato, que comienza sin una mayoría parlamentaria?

Es joven, pero no es nuevo. Está en el Parlamento desde 2013. Si se hubiera convertido en presidente en aquél entonces, habría sido diferente. Pero ha estado en política durante diez años, desde los movimientos de 2011. No tener mayoría en el Congreso es una oportunidad para que las transformaciones se hagan por medio del diálogo, no de la fuerza.

¿Cuál es el impacto de las elecciones regionales en Brasil?

El fantasma de Jair Bolsonaro asusta. Ser comparado con Bolsonaro es muy negativo. Bolsonaro puede desempeñar un papel en ese debate, al igual que Nicaragua. La izquierda latinoamericana puede decirles a los votantes: “No quieres que tu país se convierta en lo que se convirtió Brasil”.

Bolsonaro suele interferir en elecciones de otros países. ¿Cuánto interfiere eso en el gobierno?

Brasil pierde mucho. La política exterior en Brasil es la más ideológica que ya hubo. La mala recepción de Bolsonaro en Europa demuestra que se ve como algo negativo. Esa visión que mezcla su ideología política con el rol de jefe de Estado tiene costos comerciales y de capacidad para influir en la agenda global.

¿Es esa una de las razones por las que ya no se considera que Brasil sea un actor internacional importante?

El papel que Brasil podrá desempeñar en el mundo está en el debate climático. Podría ofrecer mucho al mundo con la Amazonía y la capacidad que tendría para proponer un modelo de desarrollo que generaría empleo y acabaría con la pobreza en la región con el bosque en pie. Necesitaríamos ofrecer credibilidad en la conservación del medio ambiente. Estamos muy acostumbrados a tratar la credibilidad solo en el tema financiero, pero hoy vamos más allá. Hoy, Brasil no tiene credibilidad internacional.

¿Qué se puede esperar de la victoria de Xiomara Castro en la presidencia de Honduras?

Manuel Zelaya, marido de Xiomara, sufrió un golpe [en 2009] cuando era presidente del país. Fue depuesto, sin el debido proceso legal, por presentar una enmienda a la Constitución para buscar la reelección. La mera presentación de esa enmienda fue considerada suficiente para removerlo. Ahora un nuevo grupo llega al poder y lo primero que hace es aprobar la reelección. Descubrimos una relación intima entre el gobierno de Juan Orlando Hernández y el narcotráfico y una complacencia por parte del gobierno de Donald TrumLa elección ahora tenía todo para ser robada, pero la diferencia de votos fue tan grande que no había forma de ocultar la victoria de la oposición. Honduras necesita ser vigilada en todo momento. Es fundamental que toda la región y Estados Unidos actúen para proteger la democracia.

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